Ayuntamiento de Valdepiélago

Uno de los más impresionantes vestigios del pasado, y orgullo de estos territorios de geografia martirizada, son las Calzadas romanas o medievales que serpentean entre barrancos accidentados. Su trazado hubo de suponer un esfuerzo ingente de diseño y ejecución. Su realídad sirvió de acceso a los romanos para el cerco de cántabros y astures, en las campañas del Emperador Augusto. Más tarde fueron vías pecuarias, rutas de peregrinos, paso de arrieros y siempre caminos de comunicación entre los pueblos.

La Calzada más importante es, sin duda, la llamada “De la Vegarada “.

Viene desde Puente Villarente, donde abandona la Vía núm. 1 del “Itinerario de Antonino” y toma el curso del río Porma, para dejarlo en Ambasaguas. Sigue desde allí la orilla del Curueño, por Sopeña y La Cándana y llega a La Vecilla. Pero es a partir de Valdepiélago donde su trazado se hace más evidente, abriendo surco de empedrado y excavación en roca viva, a través de una orografía desmesurada.

Hasta coronar del puerto recorre unos 60 kilómetros. Sus caracteristicas son las típicas de la ingeniería romana de cantos rodados (Viae Glarae Stratae).

Haciendo cruz con la Calzada de la Vegarada”, discurría otra hermosísima y desconocida Calzada transversal que enlazaba el Curueño con el Torío y el Bernesga. (Los tres ríos de “La Hermandad de Los Argüellos”).
Camino casi perdido, de bravía belleza, cuyo trazado es:

Nocedo > Valdorria, Correcillas> Rodillazo> Felmín> Valporquero> Formigoso (Junto a Villamanin).

Esta impresionante y casi desconocida ruta conserva muchos metros de su maravilloso enlosado, como el que puede verse sobre Rodillazo, en la “Collada del Marqués”. Durante kilómetros el camino mantiene su pureza original, al que en Rodillazo se conoce como “La Calzada”. Luego se pierde o es colonizado por la carretera, para volver a ser visible a partir de Valporquero.